Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
EL SEÑORIO DE LOS INCAS



Comentario

De De cómo Guascar envió de nuevo capitanes y gente contra su enemigo y de cómo Atahuallpa llegó a Tomebamba y la gran crueldad que allí usó; y lo que pasó entre él y los capitanes de Guascar.


Pocos días se tardaron después que en el pueblo de Ambato el capitán Atoco fue vencido y desbaratado, cuando no solamente en el Cuzco se supo la nueva, mas en toda la tierra se extendió y recibió Guascar grande espanto y temió más el negocio que hasta allí. Mas, sus consejeros le amonestaron que no desamparase al Cuzco sino que enviase de nuevo gentes y capitanes. Y fueron hechos grandes lloros por los muertos y en los templos y oráculos hicieron sacrificios conforme a lo que ellos usan; y envió a llamar Guascar muchos señores de los naturales del Collao, de los Canches, Cañas, Charcas, Carangas y a los de Condesuyo y muchos de los de Chinchasuyo; y como estuviesen juntos, les habló lo que su hermano hacía y les pidió en todo le quisiesen ser buenos amigos y compañeros. Respondieron a su gusto los que se hallaron a la plática, porque guardaban mucho la religión y costumbre de no recibir por Inca sino aquel que en el Cuzco tomase la borla, la cual había días Guascar tenía, y sabía el reino le venía derechamente. Y porque convenía con brevedad proveer en la guerra que tenía, nombró por capitán general a Guanca Auqui hermano suyo, según dicen algunos orejones, porque otros quieren decir ser hijo de Ilaquito. Con éste envió por capitanes otros principales de su nación que habían por nombre Ahuapanti, Urco Guaranca e Inca Roca. Estos salieron del Cuzco con la gente que se pudo juntar, yendo con ellos muchos señores de los naturales; y de los mitimaes, por donde quiera que pasaba Guanca Auqui, sacaba la gente que quería con lo más que es necesario para la guerra; y caminó a más andar en busca de Atahuallpa, que, como hobiese muerto y vencido a Atoco, como de suso es dicho, siguió su camino endrezado a Tomebamba, yendo con él sus capitanes y muchos principales que habían venido a ganalle la voluntad, viendo que iba vencedor. Los Cañares estaban temorosos de Atahuallpa, porque habían tenido en poco lo que les mandó y habían sido en la prisión suya; recelaban no quisiese hacelles algún daño, porque lo conocían que era vengativo y muy sanguinario; y como llegase cerca de los aposentos principales, cuentan muchos indios a quien yo lo oí que, por amansar su ira, mandaron a un escuadrón grande de niños y a otro de hombres de toda edad que saliesen hasta las ricas andas, donde venía con gran pompa, llevando en las manos ramos verdes y hojas de palma, y que le pidiesen la gracia y amistad suya para el pueblo, sin mirar injuria pasada; y que con tantos clamores se lo suplicaron y con tanta humildad, que bastara a quebrantar corazones de piedra. Mas, poca impresión hicieron en el cruel de Atahuallpa, porque dicen que mandó a sus capitanes y gente que matasen a todos aquellos que habían venido, lo cual fue hecho no perdonando si no era algunos niños y a las mujeres sagradas del templo, que por honra del sol, su dios, guardaron sin derramar sangre dellas ninguna.

Y, pasado esto, mandó matar algunos particulares en la provincia y puso en ella capitán e mayordomo de su mano y, juntos los ricos de la comarca, tomó la borla y llamóse Inca en Tomebamba, aunque no tenía fuerza como se ha dicho, por no ser en el Cuzco; mas, él tenía su derecho en las armas, lo cual tenía por buena ley. También digo que he oído [a] algunos indios honrados, que Atahuallpa tomó la borla en Tomebanba antes que le prendiesen ni Atoco saliese del Cuzco, y que Guascar lo supo y proveyó luego. Parésceme que lo que se ha escripto lleva más camino.

Guanca Auqui dábase mucha priesa [a] andar, y quisiera llegar a los Cañares antes que Atahuallpa pudiera hacer el daño que hizo. Y alguna de la gente que escapó de la batalla que se dio en Ambato se habían juntado con él. Afirman todos que traería más de ochenta mill hombres de guerra y Atahuallpa llevaría pocos menos de Tomebamba, a donde luego salió, afirmando que no había de parar hasta el Cuzco. Mas, en la provincia de los Paltas, cerca de Caxabamba, se encontraron unos con otros; y después de haber esforzado y hablado cada capitán a su gente se dieron batalla, en la cual afirman que Atahuallpa no se halló, antes se puso en un cerrillo a la ver; y siendo Dios dello servido, no embargante que en la gente de Guascar había muchos orejones y capitanes que para ellos entendían bien la guerra y que Guanca Auqui hizo el deber como leal y buen servidor a su rey, Atahuallpa quedó vencedor con muerte de muchos contrarios, tanto que afirman que murieron entre unos y otros más de treinta y cinco mill hombres y heridos quedaron muchos.

Los enemigos siguieron el alcance, matando y cautivando y robando los reales; y Atahuallpa estaba tan alegre que él decía que sus dioses peleaban por él. Y porque ya los españoles habían entrado en este reino había algunos días y Atahuallpa lo supo, fue causa que él en persona no fuese al Cuzco.

No daremos conclusión a estas guerras y batallas que se dieron entre estos indios, porque no fueron con orden. Y, por llevarla, se quedará hasta su lugar.

Hasta aquí es lo que se me ha ofrecido escrebir de los Incas, lo cual hice todo por relación que tomé en el Cuzco. Si acertase alguno a lo hacer más largo y cierto, el camino tiene abierto, como yo no lo tuve para hacer lo que no pude, aunque para lo hecho trabajé lo que Dios sabe; que vive y reina para siempre jamás. Que fue visto lo más de lo escripto por el doctor Brabo de Saravia y el licenciado Hernando de Santillán, oidores de la Audiencia real de Los Reyes.